Últimamente he estado teniendo unas pesadillas muy
raras, hasta ahora había estado durmiendo muy tranquilamente, han pasado años
desde que tuve mi última pesadilla, sin embargo os describiré la que he tenido
hoy: oía muchos sonidos de coches en la carretera acercándose hacia mí, cada
vez los sentía más cerca e intensamente, el sonido de los motores y las ruedas
contra el asfalto, los olores de la gasolina y el metal, los acelerones y los
frenazos, el sudor de cayéndome por la frente, y de repente el reflejo de una
luz amarilla cegadora, proveniente de algún coche o camión. Entonces me he
despertado en la cama, ni si quiera he sentido las gotas de sudor cayendo por
la frente que sentía en el sueño, no estaba sudando en la realidad. Hoy si
estuviéramos en una situación normal me despertaría y me iría a mi quiosco de
la once pero como estamos en cuarentena debido al coronavirus creo que
simplemente tendré un día relajado leyendo y viendo películas, espero que eso
también me sirva para estar más tranquilo de cara hacia la noche, y poder
evitar esas pesadillas...
El desayuno es una de mis partes preferidas del día
ya que me encantan los olores y los sabores de lo que me suelo preparar. Mi
desayuno favorito consta de dos cosas bien sencillas: café y tostadas con mantequilla
y azúcar. Siempre me gusta prepararme el café en mi cafetera italiana. Comparto
piso con mi amigo Julio y en la cocina cada uno tenemos dos armarios para cada
uno… la verdad que moverme por el piso me es bastante fácil llevo viviendo aquí
como unos tres años más o menos y me lo sé de memoria. También podríamos decir
que soy una persona bastante sencilla no necesito muchas cosas materiales para
sentirme bien y seguro, por lo tanto en cuanto cosas de cocina sólo tengo dos
platos, un vaso, un cazo una olla, y algunos utensilios para remover la comida
o cogerla…y bueno claro mis dos más especiales utensilios: mi cafetera y mi
palomitero. Cojo mi cafetera y en cuanto siento el frio y suave metal empiezo a
notar un poco más de energía para afrontar el día. Preparo el agua, y lleno el
filtro. Enciendo el gas y apenas percibo un destello de luz cuando lo abro. Me
preparo mi tostada de mantequilla con azúcar y solo el olor me hace sentir
tranquilo y seguro como cuando era un niño y mi madre me preparaba ese desayuno,
para mí se siente dulce y alegre. El café empieza a borbotear y el repiqueteo
metálico que hace la tapa me indica que ya está listo. Me tomo mi desayuno bastante
rápido.
Voy a ir a la biblioteca que tiene la once aquí en
mi ciudad para consultar si tienen algún libro de interpretación de los sueños.
El catálogo que tiene la once de libros en braile disponible es bastante
grande, el problema en esta caso es que lo que ando buscando no es una novela
sino algo muy específico. Sin embargo me sigue haciendo bastante ilusión
investigar sobre el tema, y en el peor caso en el que no encontrara nada, seguro
habrá alguna buena novela. El trayecto que tengo que hacer hasta llegar a la
once no es muy largo ni muy corto, es bastante normal, y el único trecho que no
me gusta es cuando tengo que cruzar una carretera bastante ancha y el semáforo
no permanece mucho tiempo en verde. El resto del camino solo son calles de una
ciudad media española cuyos obstáculos son bastante sorteables con el bastón.
Así que cruzo todas esas calles “normales” hasta que llego al desagradable
cruce. Para colmo en ese semáforo no está instalado el sistema de sonido para ciegos.
Así que no se oye el pitido. Por si aún
no lo habías intuido soy un ciego que percibe un pequeño espectro de luz, no
vivo en la oscuridad total. La mayor parte de mi visión es oscuridad, pero
percibo algunas luces sin forma. Así que las dos únicas opciones que tengo para
cruzar son o pedir ayuda, o intentar ver los cambios de luz de arriba y abajo
en el semáforo. Hoy había un señor a mi lado así que le pedí ayuda, sino, las
cosas habrían sido bastante más difíciles. Después de ese cruce el centro de la
once está bastante cerca, sólo hay que andar unos cinco minutos más. Por suerte
hoy no había ninguna cosa inesperada por el medio. Ya que digamos que hay
ciertos objetos que permanecen todos los días en el mismo sitio, sin embargo,
hay cosas que pueden cambiar: alguien puede haber dejado una moto en medio de
la acera o puede que la persona que esta barriendo la calle haya dejado su
carro en un sitio en el que yo no me lo esperaba. Eso son los pequeños detalles
que más me cuestan de sortear. Así que finalmente llego a la biblioteca de la
once, y pregunto por un libro de interpretación de los sueños. El
bibliotecario, como ya me temía, me responde que sólo tienen libros de texto y
novelas, y que desafortunadamente no poseen ninguna clase de libro parecido a
ese. Aún así el amable señor no sabe que está a punto de darme la mejor noticia
del día. En un tono de voluntad reconfortante, el bibliotecario me dice que
está muy cerca de salir al mercado un anillo para facilitar el acceso a la
lectura a las personas invidentes, el cual se utiliza para leer PDF que haya en
internet. El anillo podrá transcribir todos los PDF que se encuentren en
internet al braile. Eso me cambió el ánimo para todo el día. Antes de salir de
la biblioteca de vuelta hacia mi casa, escogí una novela para leer mientras
esperaba a esta maravilla de la tecnología. Seguidamente hice todo el camino de
vuelta: crucé mi mayor obstáculo esta vez solo. Escuché todos los coches
frenando, el silencio en la carretera por un momento, así que con bastante
miedo decidí cruzar, y finalmente no pasó nada, llegué sano y salvo al otro
lado de la carretera. Después caminé por todas las calles normales hasta mi
casa y por suerte no me encontré ningún obstáculo inesperado.
El resto del día comí, leí un poco y vi una
película, simplemente escuchando los diálogos, la música y los sonidos, porque
las versiones con descripciones para ciegos me suelen agobiar. En mi opinión
describen cosas demasiado obvias que retrasan el ritmo de la película. Esa
noche me fui a dormir bastante tranquilo e ilusionado de pensar todo el mundo
de posibilidades que se me abriría, al poder leer tantos libros que hasta ahora
no podía. La verdad que a pesar de eso seguí soñando pesadillas por mucho
tiempo. La de los coches se me repitió varias veces. Pero a veces no me
asustaba tanto porque veía cada vez más y más reflejos de luces en lugar de
tantos sonidos de la carretera.