sábado, 13 de junio de 2020

El ritmo del relato

Cada día que en su ciudad hacía bueno quedaban para dar un paseo. Carla y Javi se habían conocido en un trabajo que los dos odiaban y el cual les gustaría dejar. A Carla le gustaba mucho Javi pero al principio de conocerlo, no sabía muy bien de qué hablar con él. O como encontrar una situación en la que fuera cómodo entablar un tipo de conversación tranquila. Si analizaba en profundidad la situación lo que le pasaba no era causa de la timidez que en un pasado había superado. Simplemente cuando veía a Javi tenía un ataque de pánico. Se sentía muy mal y ridícula por ello pero  Se sentía inútil y sin valor ninguno. Pero ella ya había pasado muchas veces por situaciones parecidas, podríamos decir que se movía por la vida entre ataque de pánico y ataque de pánico desde que era bien jovencita. Así que ya no huía de ellos nunca más los enfrentaba:  sentía sus piernas temblar, el cuerpo sudar, y la vista desenfocada; y cuando era verano sentía también el calor de los sofocos que deben sentir las personas menopáusicas. Pero ella seguía adelante sabía que todo eso no estaba pasando en su cuerpo sino en su mente, y así, se tranquilizaba a sí misma. Hasta que el día en que tuvieron una conversación medianamente larga llegó: Estaban en el almacén en el que trabajaban cogiendo latas de refrescos para reponerlos. Y hablaron de dónde eran cada uno, qué habían estudiado, que opinaban del trabajo que hacían por el momento etc. La verdad es que una vez empezada la conversación todo se sentía bastante normal y los nervios del ataque de pánico se habían ido. Todo se había sentido muy bien los dos se sentían muy a gusto y querían volver a tener más charlas como esas. El problema es que ese pequeño tiempo en el que podían pararse a charlar un poco no se daba siempre. Entonces Carla llegó a la conclusión de que debía ir un paso más allá y darle su número de teléfono para que pudieran hablar todos los días. El momento llegó, era aquel, y ella se había tranquilizado a sí misma y se había dicho que lo podía hacer. Sin embargo por si acaso fallaba se había preparado el siguiente plan B: una nota en la que había escrito, Hola este es mi número, si quieres hablar me puedes agregar y una carita sonriente.

 Estaban los dos en el almacén y no había nada especialmente urgente que les requiriera mucha prisa a ninguno de los dos. Entonces Carla intentó tranquilizarse al máximo decirse a sí misma que todas las reacciones de su cuerpo estaban siendo psicosomáticas y que en realidad su integridad física no estaba en peligro; respiró, volvió a respirar, pero cada vez que miraba su cara simplemente no era capaz. Así que finalmente pasó rápidamente al plan B. Muy sonrientemente le dio la nota y le dijo “toma, me tengo que ir” y se fue hacia otra parte del enorme almacén rapidísimo. Javi se quedó un poco desconcertado mientras miraba a Carla marcharse tan deprisa, y cuando ya estaba bastante lejos abrió la nota. La leyó sonrió y agregó a Carla a sus contactos.

Después de muchas charlas por las redes sociales, algunas más largas y otras más cortas. Algunas que podían durar horas y otras cinco minutos. Decidieron quedar un día. El plan fue muy simple, solo pasearon y hablaron muchísimo y tomaron café. Empezaron a  quedar muy  a menudo, y cada vez se echaban más de menos si no se veían al menos una vez al día. Y así, pasaron las semanas. Un día en el que como siempre pensaban verse, empezó a llover muchísimo, también hacía viento, y caía algún rayo que otro. Javi habló con Carla como todas las mañanas para ver a qué hora se iban a ver. Pero Carla le dijo que no quería salir, por el tiempo, y que no pasaba nada si un día no se veían. Cuando Javi escuchó la voz dulce y aguda de Carla decir eso, se entristeció muchísimo, empezó a sentir que todo el cuerpo le pesaba más y no tuvo ánimo para hacer nada en todo el día. Se pasó el día tirado en la cama hasta que llegó la hora de dormir. Se sentía sin fuerzas y perdido, no llegaba a reconocer qué emoción se había apoderado de su estado de ánimo porque realmente no era tristeza. Simplemente se sentía muy débil y pensó que sería miedo al abandono. Desde que había empezado a quedar con Carla se habían visto todos los días y eso era lo que más le gustaba, lo que le motivaba. Hasta ahora no se había dado cuenta cuanta fuerza y alegría le generaban esos encuentros en sí mismos. Pero ahora se había hecho consciente de ello. Durante ese día sólo respondió a los mensajes de Carla con excusas, diciéndole que se encontraba un poco mal y que necesitaba descansar.

El día siguiente fue soleado y tranquilo y volvieron a quedar. Javi se encontraba mucho mejor sabiendo que volvería a ver a  Carla pero aún así aún le quedaba un poco de tristeza de lo que había pasado el día anterior. Estuvieron muchas horas juntos: quedaron al mediodía; fueron a un sitio bonito a comer, en el que estuvieron hasta la tarde;  y después pasearon hasta casi entrada la noche. Así que después de tantas horas Carla notó algo,  una especie de desasosiego o cansancio, y le preguntó si se encontraba bien.

Javi le contestó cómo se había estado sintiendo y Carla le respondió que porque un día no se vieran no cambia nada para ella. Y que algunas veces también necesitaba estar sola. Él no supo cómo lo afrontaría en el futuro pero la sensación de pena profunda se le calmó. Y cuando sintió ese descanso comprendió que el miedo de ser abandonado había disminuido profundamente dentro de él.


Capítulo 10

  10 Hola soy Antonio otra vez, ya estoy un poco m ás recuperado después de estos capítulos sin hablar. Ya siento que tengo energías suficie...