jueves, 17 de noviembre de 2022

Capítulo 10

 10

Hola soy Antonio otra vez, ya estoy un poco más recuperado después de estos capítulos sin hablar. Ya siento que tengo energías suficientes para contaros mi punto de vista del vaije y todo lo demás. Pero comenzaré por el punto en el que se había quedado el último capítulo en el que Julia y yo estábamos hablando en las rocas.

Cuando Julia me preguntó que cómo andaba de ánimos le contesté que para haber pasado todo lo que había pasado, me sentía bastante bien. Notaba mucho el efecto de la medicación y aunque a veces me hacía sentir un poco raro o somnoliento me ayudabab a poder seguir con mi vida y con mis tareas del día a día, intentaba no ver la medicación como algo negativo sino como una herramienta que tenía que utilizar de momento y que a lo mejor en el futuro no necesitaría. También le conté que había acordado con las psicólogas antes de irme que haríamos terapia online cada semana y que la próxima sesión la tendría la semanan que viene. Por el camino de casa hasta las rocas habíamos hablado de lo bonita que era la ciudad, de la multiculturalidad que había, y lo distinto que era todo, los dos nos sentíamos como en otro mundo, un nuevo mundo bello que era demasiado nuevo para hacernos sentir decepción o culpa. Pero cuando estábamos en las rocas le confesé algo a Julia que para mi sorpresa no le extrañó escuchar. -A veces el mar me da mucho miedo, muchas veces lo veo y me da sensación de paz y liberta, pero cuando estoy solo en mi cuarto por la noche, me da mucho miedo que un día al ir solo a la playa me ahogue, o que haya un tsunami o una inundación o cosas así. -¿Ahora mismo no te da miedo?, me preguntó Julia, -No, cuando estoy con gente, incluso si es por la noche me siento seguro, pero no podría venir yo solo a las rocas a estas horas. -Entiendo, es normal, no te preocupes tú sabes que tu abuelo y yo te podemos acompañar a los sitios cuando lo necesites. -Gracias, ¿Podemos volver a casa? Estoy bastante cansado ya. -Sí claro, ¿Crees que tu abuelo está contento, que le gusta la casa y le hace ilusión estar aquí? -Sí, creo que está muy contento, necesitaba unos días para reponerse del viaje, y relajarse por eso ha estado esta semanana sólo dando paseos y yendo a comer o a tomar cafés por ahí, pero ahora ya está emepzando a buscar alguna escuela de artes escénicas en las que den cursos de payasos. -¿Tú qué opinas de este nuevo hobbie?, me preguntó Julia. -A mi me parece bien, no sé si se le dará bien o mal, pero creo que mi abuelo necesita alguna acrividad artística con la que expresarse y desde la que ver el mundo. Desde siempre él ha visto el mundo con una perspectiva muy psicológica y médica y creo que estos últimos años en los que ha estado leyendo sonbre la psicomagia, ha aprendido algo tan simple como que el arte nos ayuda a expresarnos, y expresarnos nos ayuda a ser nosotros mismos, lo cual nos ayuda a sanar. Es algo bastante sencillo de entender, pero ya sabes como es el mundo de las ciencias y todo eso, muchas veces tienen la cabeza metida en cosas tan difíciles que no se dan cuenta de las cosas más simples. Después de esta conversación de camino a casa, ya casi estábamos en la puerta. Julia abrió y enseguida vino el abuelo a recibirnos. Estuvimos mirando la tele un rato y luego nos fuimos a dormir. Todo estaba tranquilo, todos dormimos bien esa noche, había sido un día bonito para los tres.

Durante toda la semana Julia estubo practicando el banjo en casa, a mi abuelo y a mi no nos molestaba porque siempre lo hacía a horas que sabía que no estabamos durmiendo, y también porque tocaba muy bien. Más que no molestarno nos alegraba los días. Mi abuelo siempre me lo decía: qué bello, que alegría tener en la casa a alguien que aprenda a tocar una instrumento ya sabiendo jajaja.Su rutina casi todos los dias era la misma: se levanataba pronto, se hacía un buen desayuno, daba un largo paseo por la mañana, escribía algo en su cuaderno, tocaba el banjo, tocaba el banjo, seguía tocando, daba un largo paseo por la noche, comía algo y se iba a dormir. Yo durante el día todo lo que hacía era salir a buscar trabajo y por la noche la solía acompañar en su largo paseo. La acompañaba casi todos los días menos cuando estaba muy cansado o cuando el mar estaba muy bravo. Ella no entendía como podía darme miedo el mar. Ella decía que a ella le causaba la sensación contraria, le gustaba porque la sostenía. “En el agua no tienes que hacer fuerza para tenerte en pie, el agua te sostiene y te masajea, es lo más relajante, me decía siempre.”

Finalmenet después de casi un mes y medio de búsqueda encontre un trabajo en un restaurante de comida tradicional. Estaba en el paseo marítimo y siempre estaba lleno. Necesitaban a mucha gente en la cocina, y se trabajaba muy rápido. Yo les dije que tenía experiencia en cocinas españolas y francesas pero pareció no importarles mucho, simplemente me explicaron el menú y me preguntaron si me veía capaz de hacerlo, yo porsupuesto contesté que sí. Yo en el fondo de mi ser sabía que sería capaz de hacerlo, el cómo era lo que no tenía tan claro, porque nunca había trabajao en una cocina que se llenara tanto y porque había muchas recetas que me parecían muy exóticas, es decir eran muy diferentes a todo lo que yo había hecho antes. Pero no me importaba, al revés me alegraba al fin poder aprender algo nuevo e interesante, lo peor que me podía pasar sería que me echaran, así que no podía perder nada.

Durante todo este tiempo en el que yo había estado centrado en buscar trabajo, algo muy importante pasó en la vida de Julia. Había conocido a su tia Camila. Una de las razones por las que Julia había venido con mi abuelo y conmigo hasta este lugar era para conocer más sobre el pasado de su familia, su cultura, su país etcétera, pero obviamente lo más importante para ella era conocer a algunos de sus familiares. La mayoría de miembros de su familia habían emigriado hacía ya muchos años, cada uno por distintas razones, pero ella había encontrado a la prima de su madre, tia Camila. Su madre le había dado la dirección de la tia Camila, pero no sabía mucho más de ella, porque su madre y ella habían dejado de hablar hacía unos años por la distancia. Su madre le dijo que no había pasado nada malo entre ellas. Que ella era una mujer tranquila e independiente que no se metia en los asuntos de nadie. Que vivía en un pequeñita casa cerca del mar porque eso era lo que más le encantaba del mundo y era una de las razones por las que no se había mudado con el resto de su familia a otro país, porque amaba el lugar donde había nacido. También sabía que era profesora de niños pequeños y que había tenido esa profesión por mucho tiempo. Así, un día cuando termino sus horas de ensayo de banjo, en vez de irse a dar su habitual paseo vespertino decidió acercarse a la casa de la tia Camila. La casa estaba en un barrio cerce del centro de la ciudad que no era muy lujoso, ni tampoco parecía peligroso o sucio. Al fin Julia pudo ver un lugar así en la ciudad, ya que todo este tiempo Julia había estado paseando y moviéndose por el barrio en el que estaba la casa el cual no era lujoso, pero por estar cerca del mar y tener los edificios pinturas tradicionales, resultaba muy bello. A veces también iba al centro donde estaban todas las tiendas pero por supuesto ese no era el mismo ambiente que se respiraba en un barrio residencial normal. Después de recorrerse toda la calle de la dirección que su madre le había dado hasta la peniultima puerta, allí estaba, el número sesenta y siete, la casa de la tia Camila. Parecía pequeña y tenía dos plantas. Era muy austera y limpia. No tenía ninguna decoraión especial pero todo estaba en muy buenas condiciones, lo cual no se podía decir de algunas de las casas de la misma calle. Llamó a la puerta porque no había timbre, así que dio dos golpes bien fuertes. Pasaron dos minutos eternos y nadie abrió la puerta. Volvió a dar tres golpes bien fuertes, pero nadie parecía bajar las escaleras o dirigirse hacía la puerta para abrir. Y así fue, Julia estuvo dando golpes por intervalos, durante media hora, después espero quince minutos más en frente de la puerta, pero nadie apareció. Esa noche solo lloró y lloró porque no podía dejar imaginarse lo que para ella era hubiese sido lo peor, que su tia hubiera evitado abrirle la puerta aún estando dentro de la casa. Julia no me contó esto ni a mi, ni a mi abuelo, ni a nadie, era algo que le importaba demasiado para contarselo a nadie, se sentía demasiado vulnerable, el posible rechazo de uno de sus familiares desconocidos le hacía sentir mucho miedo. A pesar de ello, la idea de que tenía que seguir insistiendo y de que había una gran posibilidad de que su tia hubiese estado fuera de casa era bastante alta. Así que sólo por estadística tenía que intentarlo por lo menos una vez más. Pasaron dos semanas y un día igual que había hecho la vez pasada, en lugar de ir a dar su paseo vespertino, decidió ir a la casa de la tia Camila. Sintiéndose mucho menos perdida, al menos en el sentido estrictamente físico de la palabra, encontró aquella casa limpia y cuidada entre todas las casas más cochambrosas y sucias a su alrededor. Se armó de valor y dio tres golpes bien fuertes. Nadie abrió, pero cuando se estaba armando de valor para dar tres golpes bien fuertees más, por fin oyo como alguien se acercaba a la puerta. Todo el cuerpo empezó a temblarle y en ese momento se arrepintió de haber ido, de haberle preguntado a su madre a cerca de su familia, de haber andado todo el camino hasta allí, pero aunque su deseo más profundo era dar media vuelta y salir corriendo, ahí se quedó en frente de la puerta esperando a darle una gran sonrisa a culquiera quién fuese que le fuera abrir.

Y por fin sucedió: una señora de estatura bajita, complexión rellena, pelo castaño y gafas naranjas apareció detrás de la puerta y dijo: -Hola muchacha, ¿en qué puedo ayudarte? Julia le respondió algo que se habia estado preparando semanas: -Hola, perdone que le molesté pero soy la hija de Graciela buenaventura, es decir su sobrina lejana, y sólo pasaba por aquí por si quería charlar un rato conmigo. La tia Camila se quedó bocabierta en silencio, por unos momentos. Y después dijo:-claro, si, si, pasa. Le dio un beso en la mejilla y le dijo encantada de conocerte,¿cómo te llamas? -Julia, mi nombr es Julia -Oh qué bello, el mio es Camila. -Encantanda de conocerla, es un gran placer haberla encontrado. -¿Quieres una taza de café o de te? -Si, lo que tenga, gracias. -Sí tengo un poco de café hecho de esta mañana, ¿quieres leche o azúcar?. - Sólo un podo de leche gracias. Siéntate, siéntate, ponte comoda, dijo la señora señalando unos sillones que había en la sala de estar que estana justo al lado de la puerta de entrada. Julia se sentó y ella fue a la cocina a por el café. Mientras esperaba sentada en ese sillón en la casa de una completa extraña que al parecer era la prima de su madre Julia sintió miedo, empezó a pensar en que esa mujer podría ser una psicópata y hacerle daño, por suerte estos pensamientos desparecieron en cuanto la mujero apareció en el salón con dos tazas de café. Nada en la expresión o la apariencia de esa mujer le hacía sentir desconfianza. -¿Y cómo fue esto que se te ocurrió pasarte por aquí? Hasta donde yo sabía, tu madre había estado viviendo fuera muchos años. -Sí, mi familia no está aquí yo sólo vine por unos meses para visitar el país y conocer más de mis raíces. Quería conocer más cosas de la cultura de la cual mi madre siempre me había hablado tanto, y tambié si podía intentar conocer a la familia un poco más, así que mi madre me dio tu dirección y aquí estoy. -Oh, me alegro mucho de que tu madre aún se acordara de mi dirección, hace muchos años cuando las dos éramos jóvenes pasábamos mucho tiempo juntas, ibamos a la playa buceábamos y luego veníamos a mi casa a cenar. A las dos nos encantaba cocinar, tu madre cocinaba de rechupete. -Gracias. Mi marde nunca me contó que ibais a bucear, no sé por qué. Quiza le hacía sentir nostágica o un poco apenada ¿no crees? -¿Apenada, por qué? Muchas veces tenemos recuerdos de cosas sencillas que en su momento nos traían mucha felicidad pero la vida se acaba interponiendo y las tenemos que dejar de hacer. Yo creo que eso es lo que le pasa a tu madre, la vida se interpuso entre su camino y el de su familia, entre su camino y el de su país natal, y una de las cosas que a ella más le gustaba era pasar tiempo en el mar, quizá le cueste hablar de la pérdida.-Sí, quizá. Las dos se quedaron en silencio por unos minutos. -Quería preguntarle si tiene cosas que hacer, si es así yo ya me voy, sólo quería charlar con usted un ratito.- Bueno la verdad es que si tenía la mañana un poco ocupada, pero ya sabes siempre hay tiempo para un café con una sobrina que acabo de conocer. -Ah, si es así ya me voy, no le molesto más. -Bueno ya sabes dónde estoy, y aunque últimamente sí que he estado ocupada, los miércoles por la tarde siempre estoy libre a partir de las cuatro.

Julia salió de la casa de la tia Camila para volver a su casa, y anque era oscuro y cualquiera habría dicho que la calle daba miedo, pero ella sentía que flotaba por encima de la acera.

Durante todo este periplo familiar de Julia, yo empecé a trabajar en el restaurante del paseo marítimo. Se llamaba Casa Moca y hacían macaxeira, coxhinas, cocadas, bruxquetas, frijoles...en la cocina  normalmente eramos sobre nueve personas, y ésta se dividia encuatro secciones: freidoras, fogonoes, preparaciones y postres. Yo casi siempre estaba en las preparaciones o freidoras. La gente era muy simpática y en general me sentí muy acogido las primeras semanas que estuve trabajando allí. Por supuesto aún tenía que aprender muchas cosas, y de momento me daban tareas bastante sencillas. Normalmente estaba en el area de las preparaciones cortando verdura o carne, o en la sección de las freidoras. Éstas secciones en sí no eran las mas sencillas, algunos productos de las freidoras eran bastante difíciles de cocinar para que estuvieran tiernos por dentro y crugientes por fuera. Cuando peor lo pasaba era durante los fines de semanan a la hora de comer. Todo se ponía de bote en bote y la cocina se llenaba de gente gritándose los unos a los otros en portugués. Yo intentaba centrarme en lo que me habían dicho que tenía que hacer y en cómo, pero a veces me era muy difícil. La presión del ambiente junto con el nuevo idioma era algo bastante complejo de llevar. Sin emabrgo yo sentía que cada vez lo hacía más rápido, me equivocaba menos y cada semana aprendía cosas nuevas. Cosas nuevas en cuanto a ingredientes, métodos de cocina preparación etc, así como cosas nuevas en cuanto a como ser rápido y organizado en la cocina. Esto me hacía sentir muy motivado lo cual hacía mucho tiempo que no me pasba. También algo que memotivaba era contarle lo que hacía durante el dia y sobre las cosas nuevas que había estado aprendiendo a mi abuelo. A Julia casi no la veía porque había empezado a pasar mucho tiempo fuera de casa, supongo que con la tia Camila, pero el abuelo escuchaba cada detalle de lo que le tenía que contar y me pregunataba muchas cosas al respecto. Siempre me decía por la mañana que había dormido muy tranquilo y muy bien por lo que le había dicho. Muchas veces me decía que había soñado con que el bosque al que iba cuando era pequeño con sus padres. En sus sueños era una cocina, en la que cocinaban con los ingredientes que encontraban cerca en una hoguera, y tenían tablas de cortar que se hacían ellos mismos con las maderas que encontraban. Por fin sentía que algo de lo que hacía estaba impactando para bien en mi abuelo. Todo estos meses pasados me había estado sintiendo culpable constantemente. Racionalmente sabía que las cosas que habían estado pasando no eran mi culpa, pero no podía evitar ver que mi abuelo cada vez era más mayor y que ya no tenía la energía que desbordaba diez años atrás. Así que el verlo feliz y tranquilo sin tener que estar haciendo un esfuerzo constante por mi, me tranquilizaba el alma.

Por su parte mi abuelo había estado haciendo su investigación sobre las escuelas de arte dramático de la zona, y no había encontrado ninguna escuela de payasos como tal, pero sí encontró un curso de teatro en la que había varias “asignaturas” de clown. Varias horas a la semana estarían dedicadas a la construcción de un personaje cómico mediante diálogos de comedia así como mediante técnicas de clown. Las otras asignaturas del curso eran teatro y psicodrama. Mi abuelo estaba contentérrimo de haber encontrado un curso como ese porque decía que estaba seguro que el psicodrama estaría muy relacionado con la psicomagia y le ayudaría en la investigación que había dejado un poco apartado los últimos meses. -¿Estás nervioso por empezar el curso?, le pregunté. Me dijo que no, que todo lo contrario, que estaba muy ilusionado por haber encontrado un sitio así, porque llegó a pensar que a lo mejor en la ciudad no encontraría nada parecido, y que pensó en tirar la toalla e irse a México él solo para retomar la investigación de la psicomagia. Pero que el haber encontrado esta oportunidad le parecía perfecto porque así podría aprender de algo que le generaba mucha curiosidad a la vez que estar conmigo. Me dio mucha alegría ver al abuelo tan contento y que una de las razones de que estuviera tan contento fuera yo. Mi abuelo era la única persona en este mundo que no me había decepcionado, siempre me había sentido querido y valorado por él. Era algo por lo que no podía estar más agradecido al universo. Se me salieron unas lagrimillas que él no pudo ver, o al menos eso es lo que me pareció, porque con él nunca se sabe, es demasiado listo. Le di un abrazo y nos fuimos los dos a dormir.

 

Buscar cosas de teatro, psicodrama y clown y explicar cosas del curso del abuelo

Cuando el abuelo empezó el curso, los primeros días estaba muy contento por él. Pero al cabo de unas semanas empecé a sentirme muy solo porque pasaba muchísimo menos tiempo en casa, y también Julia. Dejé de verlos casi por completo a los dos, porque apenas coincidiamos por casa. Sabía que el abuelo y yo no nos veíamos por los horarios del restaurante y los de la escuela de arte dramático, pero no sabía que estaba pasando con Julia, por qué había estado tan desaparecida y ya nunca nos proponía ir a dar paseos, ni cualquier otro plan. Si hubiero sabido lo que Julia había estado haciendo durante la mayor parte del tiempo por aquellos días en realidad me habría sentido feliz en vez de solo. Julia no hacía más que pasar el mayor tiempo posible con su tia Camila, cada vez iban estrechando sus vínculo más y más de una manera muy especial. Por las mañanas se despertaba, caminaba media hora por el paseo marítimo, volvía a casa y se quedaba practicando banjo hasta la hora de comer. Todos los miércoles sin falta a las tres y media se presentaba en la puerta de la casas de la tia Camila. El primer día se fueron las dos a tomar un te y pastas, a un sitio muy bonito cerca del centro de la ciudad dónde estaban todas las tiendas, dónde Julia había comprado el banjo. Tomaron un té, Julia helado, la tia Camila caliente, y unos dulces de chocolate de cacahuete. La tia Camila le contó un montón de historias de cosas que habían hecho ella y su madre cuando eran Jóvenes. Se llevaban bastantes años 7 o 8 y estaban muy unidas porque la abuela y el abuelo de Julia siempre andaban muy ocupados. Su abuelo trabajaba como agricultor y hacía jornadas de 12 horas cada día que le dejaban agotado. Su abuela tenía dos trabajos: era modista y hacía trajes a medida a las personas pudientes de la ciudad que se lo podían permitir, pero a parte de eso necesitaba dinero extra para sacar a la familia adelante porque lo salarios eran muy bajos, así que tenía un trabajo extra de limpiadora a domicilo. Iba a diferentes casas a limpiar cuando le llamaban, algunas estaban bastante lejos, por eso llegaba a casa tarde y después de darle la cena y bañar a ala madre de Julia muchas noches se quedaba despierta hasta tarde cosiendo. Con ese trabajo tan duro de sus abuelos la familia pudo salir adelante en buenas condiciones, con condiciones que algunos de los vecinos y amigos de la madre de Julia no tenían, por eso a pesar de los sacrificios que se habían tenido que hacer la madre de Julia siempre le había dicho que ella había tenido mucha suerte con sus padres y había tenido una infancia muy feliz. La tia Camila la llevaba al colegio donde había una dos personas que cuidaban a los niños a cambio de un pequeño sueldo. El servicio era gratuito así que la tia Julia consideró que dejarla allí mientras daba clase y después pasar las tardes con ella sería la mejor opción. Sólo con la conversación de aquel día Julia había descubierto más sobre su abuelo y su abuela que en toda su vida.

El miércoles de la semana siguiente, siguieron hablando de su familia, pero entonces la tia Camila le introdujo a Julia el tema que más le apasionaba en el mundo: el buceo. Le emepzó hablar de que desde que su madre era muy pequeñita, la llevaba por las tardes a la playa, le enseñó a nadar, y cuando cumplió doce años por primera vez fueron las dos juntas a bucear. La tia Camila se consideraba muy afortunada de ser de dónde era porque la naturaleza era preciosa, no tenía que andar más que una hora para ver los corales y las joyas de el mundo submarino que era lo que más feliz le hacía. Por eso era uno de los pocos miembros de la familia que se había quedado, una de las únicas a las que no había importado lo bajos que eran los sueldos, y todos los problemas ecónomicos por los que habían pasado las familias. Le contó a Julia que no le importaba que trabajando como profesora siempre había tenido suficiente para pagar aquella pequeña casa. Tenía dos plantas pero la cocina y la única habitación que habían eran diminutas. A ella no le importaba, la cuidadba mucho y la decoraba de manera que daba gusto estar allí. Era muy acogedor y estaba lleno de almejas, fotos de la familia, fotos del mar, dibujos de sus alumnos y plantas. Julia encontraba aquella casa preciosa y no le estrañaba nada en absoluto que no le importara vivir allí. En un moemento de la conversación Julia le preguntó que si podría enseñarla a ell a nadar también, así como le enseñó a su madre. La tia Camila le dijo que por ahora como le había dicho estaba muy ocupada y que sólo tenía el miércoles por la tarde libre, porque las otras tardes iba a dar clases particulares a niños que iban mal en la asignaturas que ella daba. Pero que había una escuela cerca del puerto que era bastante asequible donde los profesores eran muy buenos, que ella los conocía personalmente, y que había trabajado con ellos preparando actividades para sus alumnos y que eran excelentes profesionales y personas. Esta recomendación le generó mucho confianza e ilusión a Julia, y tan pronto como al día siguiente fue pará allá. Así fue como dejé de ver a mi mejor amiga/compañera de piso por casi meses, pero así y tal como os lo cuento fue como mi mejor amiga/compañera de piso vivió unos de lo más felices de su vida por lo que me siento bastante bien contándolo, la verdad. 

Capítulo 10

  10 Hola soy Antonio otra vez, ya estoy un poco m ás recuperado después de estos capítulos sin hablar. Ya siento que tengo energías suficie...